El 25 de marzo hizo un mes desde que doné sangre por primera vez para conseguir uno de mis propósitos: Ser donante de sangre.
¿Que por qué llegué a tomar esta decisión? Muy sencilla.
Mi abuelo fue donante de sangre durante muchos años, pero tuvo que dejar de donar por su edad. Mi madre también lo fue, pero por menos tiempo. Y yo quería sentirme como ellos, sentirme altruista al donar mi sangre para otras personas que lo necesitaban.
Tardé tiempo en poder conseguir este propósito, entre que me decidía o no (ya que no me gustan las agujas y la sangre) y que hubo una serie de obstáculos que me lo impidieron (HASTA AHORA) tardé un poco en poder hacer la primera donación.
¿Experiencia? Sin palabras.
Todos los médicos y enfermeros que estaban allí no paraban de preguntarme y preocuparse por mí, por como me sentía y que si estaba decidida a lo que iba a hacer. Me sentí como si esas cuatro paredes fueran mi segunda casa, por el trato tan bueno que me dieron, y eso se agradece cuando te baja la tensión y te dan mareos justo después de haber donado casi 2 litros de sangre.
Hubo momentos que me sentí mal, sí, pero es pensar en la posibilidad de que podría salvar vidas gracias a mi sangre, y se me quitaban todos los miedos y malestares. Te sientes bien contigo misma y realizada de haber hecho una obra altruista para las personas que más lo necesitan, sin pedir ni desear nada a cambio.
Al final, todos los médicos y enfermeros no dejaron de darme las gracias, porque a día de hoy, apenas va gente altruista a donar un poco de su sangre, y no debería de ser así, sino todo lo contrario. Deberíamos de ser todos un poquito más humildes y tener un poco más de iniciativa para ir y donar, no es nada malo, sino al revés. Si quieres hacer algo por ti mismo y que ayude a otras personas, esta es tu oportunidad para ir a tu hospital más cercano y decir: ¡Buenas tardes, vengo a donar!
Os aseguro que es una de las mejores SENSACIONES que hay.
Y nada, yo ya estoy deseando poder volver a ir a donar, ¡Y espero que la próxima vez sea mucho mejor que la primera!
Hubo momentos que me sentí mal, sí, pero es pensar en la posibilidad de que podría salvar vidas gracias a mi sangre, y se me quitaban todos los miedos y malestares. Te sientes bien contigo misma y realizada de haber hecho una obra altruista para las personas que más lo necesitan, sin pedir ni desear nada a cambio.
Al final, todos los médicos y enfermeros no dejaron de darme las gracias, porque a día de hoy, apenas va gente altruista a donar un poco de su sangre, y no debería de ser así, sino todo lo contrario. Deberíamos de ser todos un poquito más humildes y tener un poco más de iniciativa para ir y donar, no es nada malo, sino al revés. Si quieres hacer algo por ti mismo y que ayude a otras personas, esta es tu oportunidad para ir a tu hospital más cercano y decir: ¡Buenas tardes, vengo a donar!
Os aseguro que es una de las mejores SENSACIONES que hay.
Y nada, yo ya estoy deseando poder volver a ir a donar, ¡Y espero que la próxima vez sea mucho mejor que la primera!
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